Mucha gente cree que la Gran Muralla es una sola estructura
continua de enorme longitud. En realidad, es más una
especie de red de murallas de unos 21.000 kilómetros
que refleja el ascenso y la caída de numerosos reinos y
dinastías. De este modo, la historia de la Gran Muralla
es también la historia de la China que conocemos en la
actualidad.
En el siglo III a. C., el emperador Qin Shi Huang conquistó
los seis reinos que colindaban con el suyo, creando la
dinastía Qin y convirtiéndose en el primer emperador de
China. Además de unir las muchas murallas defensivas
que los reinos menores habían construido, ordenó la
construcción de una nueva muralla en el norte para
proteger su nuevo imperio de las tribus que lo acosaban.
Las dinastías que le sucedieron ampliaron aún más la
muralla, pero fue durante la dinastía Ming que se construyó
gran parte de la muralla tal y como es hoy. Durante un
período de más de 100 años, se agregaron más de
8.850 kilómetros de muralla. A diferencia de las primeras
murallas, la mayoría de ellas construidas a partir de
tierra compactada o madera, estas últimas secciones
estaban edificadas en piedra tallada o ladrillo. Además, se
agregaron fuertes, torres defensivas y baluartes para crear
una infranqueable línea defensiva.
El fin de la dinastía Ming en 1644 trajo consigo el abandono
de las ampliaciones y el mantenimiento de la Gran Muralla.
La situación perduraría hasta que se restauraron algunas
secciones y el gobierno de la República Popular China
volvió a abrir la muralla al público en los años 50.
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