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La sonda contiene un micrófono, dos receptores y un canal de aire. Uno de los
receptores es el generador de tonos de sonda. El segundo receptor se usa para la
señal del estímulo de reflejo acústico. El micrófono mide la respuesta. El canal de
aire se conecta al sistema de bombeo que posibilita suministrar presión de aire al
tímpano. La energía acústica, comúnmente denominada tono de sonda, se
introduce en un canal auditivo herméticamente sellado. La intensidad de ese tono
se monitorea por medio de un micrófono con mediciones que se toman en
intervalos fijos de tiempo.
Conforme se varía la presión dentro del conducto auditivo, el tímpano está sujeto
a grados variables de esfuerzo que alteran su movilidad. La movilidad máxima
ocurrirá cuando se iguale la presión que exista a ambos lados del tímpano. Los
cambios en la movilidad del tímpano tienden a producir cambios en el nivel del
tono de sonda dentro del conducto auditivo. Los cambios en la intensidad del tono
de sonda indican la cantidad de energía sonora que ingresa al oído medio.
El reflejo acústico consiste en una respuesta por parte de uno o más músculos del
oído medio a una estimulación acústica por sobre el umbral de la vía auditiva. Para
provocar un reflejo acústico, se presenta un estímulo acústico al oído (tono puro,
ruido o clic) por medio de la sonda o un auricular. La contracción del músculo del
estribo y/o del músculo tensor del tímpano hace que el tímpano y la cadena osicular
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